Se
puede entender como tal a cualquier pedazo de felpa, de un fondo tramado de
algodón con pelos de seda tejidos. También puede ser de otro material, pero la
condición fundamental que obligatoriamente debe tener es que seque la humedad,
o no. Actualmente no tiene porqué tener la característica de secar, pero en sus
inicios era la cualidad primordial para que una pieza de tela fuera considerada
como toalla.
Aleksander
Sekulic, fue un ilustre y afamado informático del siglo IV a.C. residente en la
ciudad mediterránea de Budva, en la actual “Antigua Yugoslavia”. Se le
considera como uno de los promotores del movimiento nudista en la zona adriática:
era un experto ejecutando todo tipo de nudos con cualquier tipo de cuerdas,
cordones y cordeles.
Aleksander
también era conocido por su apasionada manía de ir sin ropa. Excepto en
invierno, que se calzaba unas zapatillas porque decía que el frió entraba por los
pies.
Debido
a su entera exposición corporal frente al resto de personas, Aleksander
procuraba mantener un vistoso cuerpo. Se cuidaba mucho físicamente. Procuraba
lucir un homogéneo moreno en su piel, por lo que eran habituales sus largas
estancias en la playa, tumbado en la arena o flotando en el mar, a merced del
astro rey.
A
Aleksandra, la esposa de Aleksander, no había cosa que detestara más que el
hecho de que cuando su marido regresaba de la playa, dejara todo el suelo empapado.
Así que un día, encolerizada al límite, le comunicó el gran dilema: “¡O dejas
de mojar el suelo o me voy!”. Aleksander no podía permitirse perder a Aleksandra,
él era informático y le resultaría casi imposible conseguir otra mujer, así que
utilizó su destreza haciendo nudos para confeccionar, con algodón y seda, un
gran paño que le permitiera secarse al venir de la playa y así poder mantener
su relación con Aleksandra.