martes, 15 de octubre de 2013

los colores del semáforo?

¿Quién tuvo la idea de...

La invención del semáforo se le atribuye al ingeniero ferroviario J. P. Knight, que además de ingeniero, era inglés.  Se instaló en 1868 delante del Palacio de Westminster, en la intersección entre George Street y Bridge Street de Londres,. Se copió del semáforo ferroviario, que al principio tenía la combinación rojo-blanco (parar-pasar), pero que se cambió porque la gente estaba acostumbrada a otro código anterior, el de los barcos, que era rojo-verde (babor-estribor).
Los tripulantes de embarcaciones marítimas se encontraban con la problemática de que con el aumento de tráfico de coches de mar, se complicaba el poder navegar de manera correcta sin colisionar con otros buques. De ahí surgió la necesidad de establecer un código para las comunicaciones marítimas.
Mohamed Kunté fue un guineano con vasta iniciativa, ingenio, espíritu aventurero y patriotismo, que trabajaba como pintor de brocha gorda. Siempre estaba en busca de nuevos retos, como ascender al monte Lura calzado con zapatos de domingo, o su último proyecto, viajar en canoa hasta alguna de las islas británicas. Para el atrevido desafío, logró contar con la colaboración de Embarcaciones Saïd, uno de los fabricantes de canoas más reputados de la zona, así como con el patrocinio del propio gobierno.
El aventurero guineano pensó que la mejor manera de representar a su patria y poder compensar a su patrocinador, era demostrando su origen pintando la canoa con los colores de su bandera, rojo, amarillo y verde, para que cuando lo avistaran los británicos, pudieran identificar su procedencia.
Salió del puerto de Isla Tombo, y cuando los británicos divisaron su colorida embarcación, decidieron adoptar el código de identificar babor con el rojo y estribor con el verde, para después, hacer de Mohamed Kunté uno de los mejores esclavos de toda Europa.

martes, 1 de octubre de 2013

el biatlón?

¿Quién tuvo la idea de...

Es incuestionable decir que destaca entre los deportes olímpicos de invierno por la extraña combinación de dos disciplinas: esquí de fondo y el tiro con rifle. El deporte del biatlón tiene sus orígenes en un ejercicio que desarrollaban los soldados noruegos a modo de entrenamiento. La primera competición de este singular deporte se disputó en 1767 entre dos compañías militares que guardaban la frontera entre Suecia y Noruega.
El dano-noruego Francisco José Rodríguez de Peláez se hizo militar siguiendo una larga tradición familiar, ya que su padre había sido Suboficial y su abuelo, carpintero. Corrían los años 60 del siglo XVIII por la zona noruega, y quizás por tocarle vivir durante el periodo de la “noche de 400 años”, Francisco José padecía de despertar tardío.
La enfermedad de Francisco José no pasaba desapercibida entre sus colegas de compañía que no le daban cuartel a la hora del toque de diana y le hacían bromas varias, tales como meterle un calcetín de invierno en la boca, cambiarle los calzoncillos por otros 2 tallas más pequeños, o atarlo a la cama y rascarle con una cuchilla a la vez que le exprimían limón en la herida. Los compañeros de cuartel se reían mucho, pero Francisco José no tanto.
Una buena mañana le adelantaron el reloj-despertador unos 2 minutos, y esa fue la gota que colmó el vaso, derramándose así un poco de agua, aunque tampoco mucha. No poder apurar todas sus horas de sueño era demasiado para pasarlo como una inocente broma, o eso pensaba Francisco José, por lo que empezó a perseguir a toda la tropa. La compañía se enfundó los esquís o esquíes y partieron lo más lejos posible del bromeado. Francisco José Rodríguez de Peláez también se calzó los esquís, y cuando parecía que se le escapaban, sacó el rifle que portaba en la espalda y comenzó a dispararles.