El
concepto “lata” viene del latín, referente a una lámina de metal. La lata se patentó
en 1810, siendo curioso que no fuera hasta 44 años después cuando se inventó
el abrelatas. La patentó el británico Peter Durand, que evolucionó la idea del
francés Nicolás Appert de envasar los alimentos en tarros de cristal tapados
con un corcho. Peter ideó el cilindro de hojalata cerrado por ambos extremos
donde las piezas se unían mediante soldadura, ideal para conservar alimentos.
Peter
desarrolló el enhojalatar los alimentos, pero la idea de envasar en lata la
tuvo un amigo suyo, antiguo compañero de instituto llamado Pierre Sax. El belga
Pierre era hijo único por lo que la falta de hermanos le dejaba mucho tiempo libre
para pensar. Su principal distracción era la música, tanto escucharla como
tocarla.
A
Pierre le encantaba el clarinete y a través de éste instrumento ideó el saxo, un
instrumento hecho de latón, englobado en la familia viento-madera. Solo tocaba
el saxo en la intimidad, por eso no se atribuye el invento del saxo hasta 1845,
cuando su hijo Adolphe Sax lo hizo público.
El
joven Pierre se pasaba horas encerrado en su habitación tocando el saxo. Se
pasaba tanto tiempo que tuvo que optar por llevarse comestibles para nutrirse durante
sus largas sesiones saxofónicas. Pierre observó que el cuerpo del instrumento
se mantenía caliente mientras lo tocaba, llegando a la conclusión de que si
introducía los alimentos en el saxo, éstos también se mantendrían calientes,
manteniendo sus propiedades alimenticias y su sabor.
Peter
Durand fue un día a casa de Pierre para realizar un trabajo del instituto, y en
una de las pausas, Pierre le contó la idea que se le había ocurrido para mantener
los alimentos en óptimas condiciones durante largos periodos de tiempo. Suspendieron
el trabajo, pero la idea de Pierre fue básica para que Peter, años después,
patentarla la lata de conservas.