El
sentido de giro habitual de las manecillas se llama dextrógiro, aunque también
se conoce como dextrorotatorio, (el sentido contrario es levógiro). Los Antiguos
Egipcios idearon los relojes de sol a principios del tercer milenio antes de
Cristo (2.800 a.C.). En Egipto, y en el resto del hemisferio norte, el
recorrido de la sombra proyectada por el Sol giraba (y gira) “de derecha a abajo”
/ “de izquierda a arriba”, o sea, hace un recorrido dextrógiro.
Los
Antiguos Egipcios nunca llegaron a ser tan antiguos, ya que su esperanza de
vida no llegaba a los 30 años. Aquellos mismos egipcios establecieron la
división en horas, realizada por motivos religiosos. En egipcio, la palabra
‘hora’ correspondía también a ‘deber sacerdotal’, así se sabía cuándo era hora
de orar.
Poco
a poco fueron montando relojes solares, y similares, en lo alto de campanarios
y torres, en iglesias, ayuntamientos y en otros edificios, para que la gente
del pueblo pudiera saber la hora. Y se sabe que fue poco a poco porque como ya
se había inventado el reloj, pues ya se podía saber si se había tardado mucho o
poco.
Mucho
se tardó hasta que apareció el reloj mecánico
con agujas. Fueron los ingleses los que más interés tuvieron en que apareciera el
reloj mecánico, por 2 motivos: porque Inglaterra llevaba varios años con
excedente de engranajes, y porque por aquel entonces no tenían fama de nada y querían
que se les conociera por alguna virtud, como la puntualidad.
Así,
en 1326, Richard Wasigford, abad de San Albano que vivió en Inglaterra (y que
ya de pequeño se dejaba bigote para aparentar más edad), se puso a crear el
reloj con manecillas. Una de las decisiones importantes era decidir el sentido
en que girarían las agujas, así que tiró 1 penique al aire: si caía cara, girarían
“de derecha a abajo”, y si caía cruz “de izquierda a abajo”. Cayó cara.