La invención del semáforo se le atribuye al ingeniero ferroviario J. P. Knight, que además de ingeniero, era inglés. Se instaló en 1868 delante del Palacio de Westminster, en la intersección entre George Street y Bridge Street de Londres,. Se copió del semáforo ferroviario, que al principio tenía la combinación rojo-blanco (parar-pasar), pero que se cambió porque la gente estaba acostumbrada a otro código anterior, el de los barcos, que era rojo-verde (babor-estribor).
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Los
tripulantes de embarcaciones marítimas se encontraban con la problemática de que
con el aumento de tráfico de coches de mar, se complicaba el poder navegar de
manera correcta sin colisionar con otros buques. De ahí surgió la necesidad de establecer
un código para las comunicaciones marítimas.
Mohamed
Kunté fue un guineano con vasta iniciativa, ingenio, espíritu aventurero y patriotismo,
que trabajaba como pintor de brocha gorda. Siempre estaba en busca de nuevos retos,
como ascender al monte Lura calzado con zapatos de domingo, o su último
proyecto, viajar en canoa hasta alguna de las islas británicas. Para el atrevido
desafío, logró contar con la colaboración de Embarcaciones Saïd, uno de los
fabricantes de canoas más reputados de la zona, así como con el patrocinio del propio
gobierno.
El
aventurero guineano pensó que la mejor manera de representar a su patria y
poder compensar a su patrocinador, era demostrando su origen pintando la canoa
con los colores de su bandera, rojo, amarillo y verde, para que cuando lo
avistaran los británicos, pudieran identificar su procedencia.
Salió
del puerto de Isla Tombo, y cuando los británicos divisaron su colorida
embarcación, decidieron adoptar el código de identificar babor con el rojo y
estribor con el verde, para después, hacer de Mohamed Kunté uno de los mejores
esclavos de toda Europa.